Las mujeres quedan solas,
los hombres se van marchando
y en los campos y las casas
pesan la ausencia y el llanto.
Las mujeres quedan solas
porque allí falta trabajo
y aquellos bravos valientes
han de salir a buscarlo.
La ciudad, penosa y triste,
despierta de su letargo
cuando, en gris amanecida,
los hombres están llegando.
Van en silencio, sin prisa,
y en sus ojos, aún cansados,
de repente se adivina
el verde suave del campo.
(Mayusta 1967. Foto: Biblioteca Virtual Cervantes)
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