cada tarde, bañada en el crepúsculo.
Los ojos bajos y tus manos blancas
entrelazadas en el vientre claro.
Tus manos
corren las cortinillas de los días
monótonos y lánguidos
irremediablemente consumidos.
Ellas que dibujaban
deseadas caricias
y custodiaban besos y palabras.
Ellas, ayer palomas mensajeras
aleteando amantes en las tardes
junto a la orilla de mi lago en calma.
Tus manos, siempre en ademán sereno,
hechas caricias en cabellos rubios
mientras con delicada inteligencia
fabricabas futuras ilusiones.
Esas manos que en medio de la noche
desnudaban mi cuerpo en un instante
y esculpían mi sexo estremecido...
Manos limpias y cálidas,
amaban, se batían, se dolían
y libraban combates
en el terrible y duro cotidiano
hasta que un día, puede que cansadas,
se declararon muertas,
quizás asesinadas por el tiempo.
Entonces ya no fueron más tus manos
y ni siquiera fuiste tú la misma..
En el amanecer de aquellos días
en que la vida se vistió de otoño
tus manos se fundieron con la nada.
Reloj de arena (2005 )