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- Miguel Ángel Yusta.
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jueves, 26 de diciembre de 2013
miércoles, 18 de diciembre de 2013
Amanece
Han llegado las horas del mañana,
y el tiempo del ayer
se ha escondido en silencio.
Ya no me reconozco en el pasado,
me dirijo a la luz.
(M.A.Yusta. Amar y callar)
lunes, 16 de diciembre de 2013
GLORIA IN EXCELSIS
Gloria a los que viven en las alturas
sin mirar hacia abajo, para no ver a los desheredados.
A los ricos de nacimiento,
a los tontos de nacimiento,
a los que hacen cola en las administraciones loteras
y tal vez esperan vivir en las alturas
(pero no puede ser, esto está ya establecido así:
no os salgáis del tiesto y estropeéis la gran Fiesta).
Gloria
a los que patean el Corte Inglés buscando el regalo ideal,
a quienes aguardan entrar en el aparcamiento con paciencia infinita,
a los que compran comida estos días como si ayunasen todo el año.
Gloria
a quienes mandan, con buenísima voluntad, postales de nieve,
como si la nieve no matase a los pobres
y a los hambrientos que no tienen techo
y a los niños que pululan abandonados
a merced del mercader del sexo.
Gloria
a los traficantes de armas que ponen su árbol con símbolos de paz,
a los especuladores que construyen pisos inalcanzables
e hipotecan vidas de jovenes
para lucir rolex de oro y conducir deportivos.
A los ignorantes por omisión, fanáticos e intransigentes
que obedecen consignas ciegamente
y se creen en posesión de la verdad.
A los aborregados por el consumismo.
A los comerciantes del amor.
Gloria
a los que tienen por corazón una caja registradora,
a los insolidarios,
a los que guardan de por vida el odio y el rencor,
a los que jamás perdonan pero piden que les perdonen,
a los violadores de niños y asesinos de mujeres.
Gloria, gloria, gloria
a quienes, al leer esto van a decir que es pura demagogia...
y guardan celosamente sus inagotables caudales
para comprar lo que jamás podrán:
amor y tolerancia, respeto y solidaridad.
Gloria.
Por poco tiempo.
Amén.
(Antología Poetas del 15 de mayo. Ed. Séneca)
miércoles, 27 de noviembre de 2013
viernes, 15 de noviembre de 2013
L'automne
Han llegado las horas del mañana
y el tiempo del ayer
se ha escondido en silencio.
Ya no me reconozco en el pasado,
me dirijo a la luz.
(c) M.A.Yusta. (Amar y callar. 2013)
Imagen (c) Mayusta. París. 2013
domingo, 3 de noviembre de 2013
20 + 1. Poemas. Próxima Antología en Edcs. Lastura
Una buena noticia: en la próximas semanas aparecerá una antología bilingüe ( español-gallego) de mis
poemarios, editada por Lastura y traducida por el prof. Xavier Frías
Conde. Todo un honor...He aquí una muestra
[GL]
O OUTONO É UN TIGRE ACAZAPADO
que debuxa silencios entre as sombras.
Espétase no abismo
que conduce á cova do inverno.
Eu daquela finxo coraxe,
desafogo do vento e da súa pel
e, cheo de palabras,
lánzome a navegar contra a corrente.
Deixo os meus poemas
perdérense río abaixo,
onde é certa a pegada da luz.
[ES]
EL OTOÑO ES UN TIGRE AGAZAPADO
que dibuja silencios en la sombra.
Se clava en el abismo
que conduce a la cueva del invierno.
Yo entonces finjo arrojo,
me deshago del viento y de su piel
y, lleno de palabras,
me lanzo a navegar contra corriente.
Dejo que mis poemas
se pierdan río abajo,
donde es cierta la huella de la luz.
© Miguel Ángel Yusta
© Traducción: Xavier Frías Conde
© Imagen: Mayusta
miércoles, 30 de octubre de 2013
AMAR Y CALLAR presentado por Fernando Aínsa
El amor salvado por la poesía
“A las palabras de amor
les sienta bien su poquito
de exageración”
Antonio
Machado
Canciones
de varias tierras
El poeta Eugenio
Montejo —autor de Papiros amorosos (Pre-textos, 2002)—
afirmaba que “siempre necesitamos decir de nuevo las palabras de
amor, buscar nuevas entonaciones”. Sin embargo, advertía a
continuación que los poemas de amor plantean muchos riesgos y
exigían “mucha sabiduría verbal”, porque “un poema de amor
plantea el riesgo de la nadería y el lugar común”, especialmente
después de las grandes lecciones poéticas de Pablo Neruda y Pedro
Salinas.
Al leer Amar y callar de Miguel
Ángel Yusta he recordado estas palabras del autor de Partitura de
la cigarra (1999) y en la perspectiva de esta presentación he
decidido ser cauto. Hablamos de un tema serio —el amor— sobre el
que mucho se ha escrito y sobre el que es muy difícil ser original,
aunque nuestro poeta Yusta lo ha colonizado con entusiasmo desbordado
y una generosa panoplia metafórica en Senderos de amor y olvido
(2008) y El camino de tu nombre (2011) y, en forma más
contenida y circunspecta, en Pavesas (2012).
Tema central de su poesía, —como de
la de sus colegas transversores Fernando Sarría y Fran Picón
y el Manuel Forega de Labios— Yusta sabe que es difícil que
el amor absoluto exista y rara vez, cuando se conquista, que sea
duradero y recíproco. La tragedia del amor, eterna como el ser
humano, es que muy pocas veces es total y menos “eterno”, aunque
pueda decirse que la mera “esperanza de enamorarse” da confianza
a la vida. Y cuando logra la plenitud ésta dura poco. Ideal que no
se alcanza y si se alcanza huye, ese “fuego que nos transporta
lejos” que poetizara Goethe. El drama del amor debe su patetismo a
las resistencias que tiene que vencer, a todo aquello que lo humilla,
lo acongoja, alegra y desalienta y ha contenido siempre un elemento
perturbador que sólo la poesía refleja. ¡Y qué mejor ejemplo que
el de Verlaine cuando exclama en Amour: “Tengo furor de
amar. ¿Qué hacer, entonces?”!
Un espasmo, un instante con vocación
de infinito
“Que yo sienta el placer de tu
placer/ Que el tiempo de la entrega sea infinito…”—nos dice
Yusta en Amar y callar— sabiendo que el amor realizado es
siempre atributo de un instante, aunque aspire a ser un sacramento de
eternidad. Ya lo decía Oscar Wilde en De profundis: “El
amor es un sacramento que debería recibirse de rodillas”. Si esa
aspiración fuera posible —añadimos nosotros— se rozaría un
estado beatífico, más allá del éxtasis momentáneo que el amor
procura, que suele derretirse como la cera de una vela alimentada por
su propio fuego. Y tal vez sea mejor así —como sugiere Jean
Guitton en Ensayo sobre el amor humano— porque si
permaneciera en el tiempo con la misma intensidad, la fuerza de la
sorpresa inicial, la sacudida que provoca descubrirlo se erosionaría,
desgaste que se torna rutina, como sucede en el amor conyugal, a todo
lo más trascendido en ternura y comprensión. La perfección del
comienzo, una vez culminada, una vez que ha tomado forma, se diluye.
Solamente en un nuevo comienzo —tal vez, otro amor— podrá
encontrar una renovada perfección.
Sabe nuestro poeta Yusta que ese
instante en que el amor se revela cumple además de su función
sensible una función cognoscitiva de iluminación. Como el relámpago
que ilumina en la penumbra una realidad desconocida, la función del
instante amoroso sirve para expresar el paso de una ignorancia a un
conocimiento, de una pasividad a una forma de plenitud vital. En la
medida en que ese instante permite una “salida del tiempo”, el
amor forma también parte de un suplicio consentido, de un fracaso
aceptable, en la medida en que no es buscado y es fruto de un
encuentro azaroso. “El querer no es elección,/ porque ha de ser
accidente”, ya nos dijo Lope de Vega en El caballero del
milagro.
Es cierto: el amor es inicialmente el
fruto de un instante; aquel en que se produce un espasmo y en que la
exaltación logra su timbre más agudo. Luego, espasmo y exaltación,
se agotan en sí mismos, ya que no podrá trascender la condición
frágil del instante en aras de una ansiada eternidad —el ansiado
amor eterno— aunque se intuya que lo eterno se inscribe en el
tiempo a través de ese solo instante privilegiado. Y éste es el
único modo de sacar al amor de lo ordinario y familiar, de lo
biológico y convencional para trascenderlo hacia los planos en que
se significa.
El único modo de conservar ese
instante privilegiado es por la poesía. El amor como materia prima
del poema que inspira, se compone, se recita y se quiere. Ese ritmo
de la poesía podría garantizar su concreción, pero Yusta prefiere
manejar las mismas claves poéticas que lo desmienten: la
imposibilidad de fijar ese instante, lo irrecuperable del pasado, aun
reconstruido. Esta imposibilidad no es menos poética que haber hecho
posible el amor, rodeando al instante de las garantías que la vida
no da nunca: pero es poesía de tormento y no de plenitud, de dolor y
no de serenidad.
De ahí la importancia de la memoria,
la única que permite que un instante pueda parecer infinito. Rodear
al amor, en el momento en que se realiza, de tales atributo de
belleza y poesía que pueda encontrar allí la medida de su propia
liturgia: repetirse, para conservarse como un raro talismán. La
palabra amor —nos advierte Yusta— la pronunciará “deshaciendo
las letras,/ en oración de amor definitiva”.
La condición efímera del amor
persigue a nuestro poeta que sabe que muchas veces lo que llamamos
amor no es más que ternura, deseo, satisfacción del orgullo,
sentimiento de posesión, incluso banalidad y rutina.
“Y el mar. De repente”
Pero hay más en Amar y callar:
hay pasión y sexo. Una pasión donde la presencia del mar es un
leit-motiv de connotación erótica. “Y el mar. De repente”
—nos dice el poeta desde el inicio— para evocar un “ocaso de
mar embravecido” dibujado en un pubis “devoto” y anunciar que
“camino por tus sendas de mares y de espumas/ como la bestia fiel
que defiende su presa./ Las olas agitadas de un deseo infinito/ me
llevan implacables a tu centro extenuado.” Tras deambular por
calles que le “parecen mares ennegrecidos/ con náufragos de bruma
derrotados”, siente que se detiene el tiempo, surge la pregunta:
“tan solo el mar presenta sus respuestas/ y el hombre se refugia en
la casa del miedo”. Un refugio que no impide descubrir que “Ahora
que por fin/ sé de verdad quién eres/ me paseo de nuevo sereno por
la orilla/ deshaciendo las horas/ sin temor a morir en ese mar.”
En Amar y callar —como en El
mar se llama ahora con tu nombre de Graciela Maturo— el ser
amado se identifica con el mar, “pulpo de ojos de seda,/ mar
jugador y ardiente,/ mar toro, mar solar”. La poeta argentina de
la que la revista IMÁN publicó en su número 8 algunos de sus
poemas, clama: “Quiero perderme en ti que eres el mar”, “Me
llevaste hacia el mar/ y de tu mano/ entré en el paraíso de la luz/
en el negro centelleo de la felicidad/ y de la muerte”. Escribir El
mar se llama ahora con tu nombre es para Maturo cumplir un rito
“al recordar el mar que nos ha unido”. Los ojos de la poeta “son
dos pájaros insomnes” que sobrevuelan el mar para llegar “hasta
un país llamado Siempre.
Yusta descubre como Maturo en “el mar
de las tinieblas” que “la humedad oscura del deseo/ acompasa
sonidos de mar embravecido” y renace bajo la luz, mientras se
llenan sus pies “de sal y espuma”. El mar está presente también
en los epígrafes de las tres partes en que se divide Amar y
callar. En los epígrafes de José Antonio Labordeta (“Lejos
hablaba el mar, la noche”), de Ángel Guinda (“De puerto en
puerto voy como un barco en la noche dando tumbos”) y de Miguel
Labordeta “Confieso una furtiva confidencia con esos náufragos que
aman las estrellas”, con que abre el volumen, Yusta, “lleno de
palabra”, se lanza a “navegar contra corriente” y descubre que
“El mar lo sabe todo: / te sabe a ti y a mí”. El poeta ama para
comprobar como “En las esquinas grises/ encallan nuestras almas en
silencio”, almas que “como caracolas/ esperan la pleamar que las
libere”.
El autor dedica Amar y callar a
Laura. Inevitablemente he pensado en Laura, el gran amor de Petrarca,
a la que consagrara las inmortales páginas de su Cancionero, En
vida de Laura y En muerte de Laura, poemas que fundan con
los 25 sonetos de Dante dedicados a Beatriz en la Vita nuova,
la tradición del amor provenzal de vasta influencia en la poesía
occidental y que notoriamente asimila Amar y callar, ese amor
que —confiesa Petrarca— “me halló del todo desarmado/ y
abierto al corazón encontró el paso/ de mis ojos, del llanto puerta
y barco”. ¿Feliz coincidencia la de Yusta cuando, a su vez,
confiesa: “arribaste en la tarde de mi vida/ al puerto incierto de
mis circunstancias/ y echaste el ancla firme/ próxima al muelle de
los sentimientos”? ¿Coincidencia azarosa o un mismo amor unido por
un sujeto de idéntico nombre —Laura, esa mujer como “imagen de
lo posible”, al decir de Novalis— que ambos poetas invocan en su
madurez? ¡Chi lo sa!
“En la tarde de mi vida”
En los dos poemas finales, cuando
probablemente el poeta decide “callarse”, Amar y callar cobra
otra dimensión. El poeta vive en “la tarde de su vida”, está
jugando el “resto”; confiesa “arribaste en la tarde de mi vida/
al puerto incierto de mis circunstancias” y recibe los regalos que
le trae el amor tardío: “sonrisas y miradas claras/ palabras
repletas de caricias” para decidir “subir al barco”, izando las
velas para navegar con la amada en la “nueva mañana”.
El poeta puede parecer un Fausto
reencarnado que intenta salvarse gracias a un amor que lo rejuvenece,
aunque sabe que para amar hay que salir de sí, encontrar y crear al
otro, y al mismo tiempo dejarse encontrar y crear; lo que supone
igualdad y reciprocidad. Lo demás es solo mero deseo de posesión,
“en el alma es una pasión de reinar” —como dice La
Rochefoucauld del amor—un deseo de posesión que olvida que no hay
posesión más completa que la de un ser que ama en forma absoluta.
El ser humano no ama para permanecer en
sí. Al amar busca en otra parte qué amar, porque solo, en su
soledad, es un ser imperfecto; le hace falta un segundo para ser
feliz o—como escribió con sencillez Séneca en su Epístola IX—
“Es preciso amar para ser amado”. El amor es un trabajo de
verificación continua de sí mismo, es una hipótesis con tentativa
de deducción y de verificación, es un suplicio calculado, un
fracaso consentido en la medida en que es buscado, un franquear la
puerta estrecha del tormento y la angustia.
En un proceso de desmemoria y de
autodestrucción que sigue a descubrirse olvidado por todos —“Cuando
nadie se acuerde/ de dónde vine o por qué me fui.. Cuando nadie
hable ya por mí, ni piense/ llamarme por teléfono/ y preguntar si
sigo vivo o muerto”— el poeta Yusta espera que la amada se
acerque a golpear “sin reparo” su puerta —“una botella del
más caro champán” en la mano— porque solo entonces “puede que
esté dispuesto a ser amado.”
Sabe entonces que al mirarse en el
espejo del destino, un extraño lo observa y lo interroga “desde el
fondo del tiempo y del espacio”. “Yo, nunca le contesto”, nos
dice intentando desatar el pensamiento que “intenta descifrar el
laberinto” y admitir que aunque “todas las respuestas” lleguen
“de repente”, “el tiempo del ayer se esconde en el silencio.
“Ya no me reconozco en el pasado,/ me dirijo a la luz”—anuncia
alborozado en Amar y callar— aunque pudiera repetirse como
el poeta Sully Prudhomme a su prometida: “Tu me perteneces desde el
pasado”. Un pasado donde reina el amor cuyo lenguaje Yusta ha
recuperado con ese “poquito de exageración” que pedía Machado.
Zaragoza, 29 de octubre,
2013
miércoles, 16 de octubre de 2013
TE ESPERÉ, COMO EL TRIGO
Te esperé, como el trigo
paciente espera convertirse en pan.
Ya la tarde ignoraba
el camino de vuelta
y corrían los pájaros
las doradas cortinas del ocaso.
Se acercaba la hora,
ajena a la certeza de tenerte.
Cuando llegó la noche, aún no supe quién eras.
Sólo el silencio pronunció tu nombre.
(c) M.A.Yusta. Amar y callar. 2013
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Nocturno I
Tu cuerpo me sabe a noche
con aroma de naranjos,
a sal, a esencia de vida,
a río, a bosque soñado...
Tu cuerpo me sabe a luna,
a mar me sabe tu cuerpo
cuando, alocado,camino
por tus senderos abiertos...
(c) Mayusta 2013.
(Imagen: Lester Lee)
jueves, 5 de septiembre de 2013
Llegaste como luz...
Llegaste como luz de mis mañanas
que apaciguó palabras en mi mente
y al tocar mis sentidos dulcemente
reviviste en mi ser horas tempranas.
Abriste una por una mis ventanas
y la sombra se fue rauda y silente.
¡Qué hermoso fue sentir aquel
torrente
que se llevó mis inquietudes vanas!
Preso estoy en tu límite del cielo
contemplando las horas luminosas
donde levanta tu ternura el vuelo.
Serán, a no dudar, horas hermosas
donde el amor soñado, con anhelo,
desborde mis orillas silenciosas.
(Teoría de luz. Unaluna 2007)
Imagen: Muchacha en la Ventana. S. Dalí
miércoles, 4 de septiembre de 2013
Poema último
Cuando nadie se acuerde
de dónde vine o por qué me fui.
Cuando nadie hable ya de mí, ni piense
llamarme por teléfono
y preguntar si sigo vivo o muerto.
Cuando las horas no tengan medida
ni tampoco el espacio,
y ya no recordemos
las personas que amamos,
los vinos que bebimos,
las canciones en el amanecer.
Entonces solamente,
adórnate con tus mejores galas
y compra una botella del más caro champán.
Acércate y golpea sin reparo mi puerta,
pues solamente entonces
puede que esté dispuesto a ser amado.
Amar y callar. Sabara 2013
Imagen (c) Mayusta 2013
jueves, 29 de agosto de 2013
Amar y callar. Un poema.
EL OTOÑO ES UN TIGRE AGAZAPADO
que dibuja silencios en la sombra.
Se clava en el abismo
que conduce a la cueva del invierno.
Yo entonces finjo arrojo,
me deshago del viento y de su piel,
y lleno de palabras
me lanzo a navegar contra corriente.
Dejo que mis poemas
se pierdan río abajo
donde es cierta la huella de la luz.
(Amar y callar. Sabara 2013)
Imagen :Iaia Gagliani
viernes, 5 de julio de 2013
Eros 13
Son las bocas cálidos puertos de
llegada
donde arriban espumas
y caricias ofrecidas en flor.
El tacto de las manos
desata las cadenas de la piel.
Los sexos oscuros manan
como insolentes fuentes de jazmín.
Labios-luciérnagas invaden la noche
cobijándose del vértigo en los
muslos.
Y naufragan los vientres enlazados
en las oscuras aguas del deseo.
(c) Mayusta 2013.
Imagen: China Hamilton
miércoles, 12 de junio de 2013
Ha pasado la lluvia
Ha pasado la lluvia.
Un murmullo de vida
acuna dulcemente
mi incierta soledad.
(Amar y callar. 2013)
lunes, 10 de junio de 2013
Si pudiera nombrarte
Si pudiera nombrarte
y penetrar el cielo con tu nombre
y que el cielo, asombrado,
lo convirtiera en luz
y que la luz se adueñara del tiempo,
y que el tiempo parase nuestras vidas
definitivamente,
mi voz te llamaría cada instante.
Si fuera dueño de tu nombre, amor,
y tuviera el poder de demorarme
en esa red de nardos y jazmines,
lo alojaría dentro de mi pecho
para que nunca nadie pudiera descubrirlo
y lo pronunciaría,
deshaciendo las letras,
en oración de amor definitiva.
("Amar y callar". Sabara 2013)
Imagen: Édouard Boubat. París 1922-1999
sábado, 8 de junio de 2013
AMAR Y CALLAR
Amar y callar es mi nuevo poemario.
Se puede adquirir en versión digital ( dos euros durante unas fechas de promoción y tres más adelante) a través de este enlace:
https://literaturame.net/libro/amar-y-callar
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jueves, 9 de mayo de 2013
domingo, 31 de marzo de 2013
martes, 19 de febrero de 2013
Fernando Aínsa reseña "Pavesas"
LA
PASIÓN CONTENIDA DE MIGUEL ANGEL YUSTA
Fernando
Aínsa
Miguel
Angel Yusta ha decidido en Pavesas
(2013)
poner un freno a
su
poesía generosa y desbordada, de pasión exaltada en noches de
incansable
ejercicio amoroso con que nos había inundado en El
camino
de tu nombre (2011).
Ahora se contiene, aherroja los
sentimientos
en la forma despojada de todo título, mayúscula, punto
o
coma, y los confina a una forma que no quiere llamar haiku,
pero
que
se le asemeja en el obligado ritmo de tres versos por estrofa:
dos
de cinco sílabas y uno central de siete. Con el probado oficio del
semanalmente
ejemplos en el Heraldo
de Aragón, Yusta
se mueve
con
soltura en la nueva forma con que ciñe su poesía.
Encomiable
ejercicio de circunspección y modestia, que se
traduce
en la condensada e intensa emoción de pavesas que en
su
momentáneo chisporroteo pueden provocar incendios al
leerse,
donde el amor sigue estando presente desde la primera
estrofa:
“sobre tu nombre/ amanecen las luces/ que me renacen”.
Un
nombre que no se enuncia porque los “silencios de olvido”, lo
han
borrado entre “brumas indefinidas”, pero que sobrevive en
la
mirada, en la risa, en los ojos, en el beso, en los labios, que en
forma
cadenciosa aparecen en las estrofas subsiguientes,
marcando
un lirismo donde “se ahogan las palabras” y “hablan
los
pájaros”, aunque el eco de un erotismo exhausto aparezca
como
“flor entre sábanas”.
La
contención con que Yusta se desnuda en estas formas
austeras
es posible porque —sobre la pasión evocada— ha pasado el
tiempo
que ha dejado, sobre la “herida abierta”, el silencio de
una
ausencia. “Luego te fuiste”, nos dice lacónico el poeta en la
segunda
parte del poemario titulada justamente El
silencio.
Por
algo
“envejecemos/ a fuerza de ser jóvenes/ sin conseguirlo”,
remacha.
En
Pavesas,
Yusta
reanuda, desde un territorio poético muy
diferente,
la evocación de un pasado que en Ayer
fue sombra
(2009)
rememoraba con indignación contenida los años de su
juventud.
Sombra del ayer que era grisura, censura, represión,
datos
en que se reconocía la historia vivida de la Zaragoza de
fines
de los años cincuenta. Ahora evoca desde el silencio y
frente
a las efímeras marcas que sobre la arena de la orilla del
mar
deja su nostálgico deambular: “Huella de olvido/ tus pasos
en
la playa/ borra la espuma.” Lo que era el contexto social y
político
de una época, es intimidad, un replegarse sobre sí
mismo,
un sentir desde un desolado y “largo camino/ cuando va
la
tristeza de compañía”, un “camino eterno”, un “duro
camino”.
En
definitiva, un descubrirse “desnudo como un niño/ ante tu
ausencia”
o, más tristemente, decirse: “desde la noche/
parecemos
felices/ tras las ventanas”.
¿Final
de un ciclo poético?; ¿pausa creativa en que la contención
impera
tras el desbordamiento sin pudor de la poesía amorosa
precedente
o la evocación circunstanciada de un tiempo
dictatorial
felizmente superado, aunque otras amenazas nos
abrumen?
¿Austero rigor que contagia la buena poesía? Todo es
posible
en un creador que se pone a prueba en cada libro.
Pruebas
que él mismo decide sean cada vez más difíciles,
como
parte de un viaje iniciático hacia la anhelada perfección. En
todo
caso, Pavesas
queda como hito fundamental en la construcción
de
una obra gestada en plena madurez, cuando los pecados de la
juventud
ya habían sido perdonados.
Febrero,
2013
viernes, 15 de febrero de 2013
Niebla
niebla en la noche
peso frío en el alma
camino incierto
(c) Mayusta 2013. Imagen: París nocturno. Brassai 1934
jueves, 24 de enero de 2013
Luz
fluye el paisaje
pintura de un momento
la ventanilla
lleva la noche
fragancia de tus senos
jardín mi alcoba
luna y silencio
tu beso en la penumbra
flor entre sábanas
M.A.Yusta."Pavesas". Ed.La Fragua del Trovador 2012
Imagen:MAY/LGR
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