el penúltimo beso de la noche.
Parecías dormida sobre el mar,
apacible y serena,
inmersa en la fragancia de soñados jardines.
Ondulaban tu pecho los suspiros,
dulce goce del centro sosegado
donde la vida tiene su refugio
y me naces, mujer...
En ese instante mágico te he contemplado amante,
cómplice del silencio de las horas,
de tu sagrado aroma, fiel devoto;
mi religión, mi diosa, mi sustento.
(c) Mayusta2011