cuando el camino a ti sólo fue sombra
envuelta en el silencio de tu ausencia.
Reviví nuevamente en otros ojos,
redimieron mis pies caricias suaves,
cansados como estaban
de caminar la nada y el olvido.
De aquella guerra inútil
fueron bandera blanca dulces sábanas
arropadas en cuerpos generosos
que disolvían el sabor del miedo.
Confié nuevamente, calmadas las batallas,
en una paz sin armas escondidas
en las esquinas sórdidas del odio.
Y enterradas, por fin, las flores del recuerdo
ya nada fue tu nombre.