MAYUSTA
PASAJERO DE OTOÑO. Blog de poesía, fotografía y diversos fragmentos de la memoria.
Datos personales
- Miguel Ángel Yusta.
- Fotos de portada:Columna Villarroya 2010. Maica Rivera 2018. Todos los contenidos registrados.
miércoles, 24 de julio de 2024
La lectura de SUMMARIUM 25 por el escritor y catedrático JUSTO SOTELO
Valentín Martín, escritor y periodista, comenta SUMMARIUM 25
lunes, 22 de julio de 2024
miércoles, 17 de julio de 2024
ROMANCES HONDOS.
Las mujeres quedan solas,
los hombres se van marchando
y en los campos y las casas
pesan la ausencia y el llanto.
Las mujeres quedan solas
porque allí falta trabajo
y aquellos bravos valientes
han de salir a buscarlo.
La ciudad, penosa y triste,
despierta de su letargo
cuando, en gris amanecida,
los hombres están llegando.
Van en silencio, sin prisa,
y en sus ojos, aún cansados,
de repente se adivina
el verde suave del campo.
(Mayusta 1967. Foto: Biblioteca Virtual Cervantes)
martes, 16 de julio de 2024
Marcela Filippi traduce mi poema "Cada día vivir"
https://www.facebook.com/share/p/6nWy3DTkLYmNrL93/
jueves, 4 de julio de 2024
RECITAL DE POEMAS a cargo de ENRIQUE GRACIA TRINIDAD Y SOLEDAD SERRANO FABRE. COSLADA 29 DE JUNIO DE 2024
En estos tres enlaces está el recital completo.
Duración total: 20'
1 https://www.youtube.com/watch?v=nGrgmFul2KQ
2 https://www.youtube.com/watch?v=ZSHuS-soF3M
3 https://www.youtube.com/watch?v=LV_eckaYvCY
miércoles, 26 de junio de 2024
Justo Sotelo reseña SUMMARIUM 25
El profesor y escritor Justo Sotelo reseña en su blog SUMARIUM 25.
Pinchad el enlace:
https://sotelojusto.blogspot.com/2024/06/que-es-el-mundo-sin-amor.html
martes, 7 de mayo de 2024
SUMARIUM 25. Presentación de Madrid.
lunes, 4 de marzo de 2024
Manuel M.Forega reseña "20+1. Poemas"
En su obra "El viaje exterior. Ensayos censores V" (Pregunta, 2021),
el ensayista, crítico y poeta Manuel Martínez-Forega recoge el texto de
presentación del poemario "20+1. Poemas" que, íntegro, se publica a
continuación.
20 + 1 POEMASi
Ortega y Gasset titula «La aparición del otro» una de las lecciones que recoge en El hombre y la gente. En algunas cuestiones vitales soy adepto a Ortega; por ejemplo, en ésta, que aborda el problema del otro ser humano frente al Yo. Y lo aborda, en efecto, como un «problema», como un conflicto. No es la primera vez que manifiesto esta circunstancia ya clásica de las exégesis críticas literarias (que, por otra parte, proceden de Nietzsche y nadie lo dice). Me refiero a ese concepto de la «otredad», de vasta difusión entre la crítica a partir de los sesenta y cuya génesis (además de Nietzsche, repito) encuentra fundamento en el Je est un autre de Rimbaud o en el más cercano Viver è ser outro de Pessoa. Prefiero yo llamarlo esquizofrenia porque, aun siendo un término metonímico, refleja mejor lo que no sólo al escritor le sucede permanentemente en su vida; no sólo al escritor, digo, sino a cualquier individuo y cualquiera que sea su tarea en la vida.
¿Y por qué este preámbulo? Pues porque no me resisto a incluir la poesía de Miguel Ángel Yusta en ese contexto esquizoidal y porque a Yusta, como poeta que es, le afecta de manera más profunda. Tampoco me resisto a hablar de una existencia otra: la que fija la etimología como ex-ister. Y es que, en efecto, existir significa propiamente «salir», «brotar», «surgir» y no lo que la arbitrariedad terminológica quiso —y pudo, a lo que parece— asignar allá por los años 20 del siglo XX como el modo de ser del hombre, de manera que hoy «existir» y «existencia» designan un carácter, una forma de comportarse el hombre en la sociedad. Sin embargo, es precisamente «vivir» (que es lo contrario a existir) lo que otorga carácter verdadero al ser humano. Y ese ser humano, querámoslo o no, es siempre Yo, con mayúscula; es decir, el yo que es cada cual.
He llegado hasta aquí para advertir ahora de inmediato que muy pocos tan radicalmente Yo, muy pocos tan radicalmente vivos en ese Yo como Miguel Ángel Yusta. Estos 20 + 1 ponen de manifiesto lo que digo porque representan un mosaico (corto, bien es cierto) de su recorrido por la vida extraído de once de sus títulos monográficos. Y no sólo por la vida, sino por la realidad radical que la rodea. Frente a esta radicalidad, Yusta no opondrá un yo estático, ese que proclama Descartes en su célebre autorretrato: Moi qui ne suis qu’une chose qui pense, sino que lo hará a partir del bien fundado axioma de otro galo inteligente: Nous ne pensons jamais que ce que nous pensons cache ce que nous sommes. Este «jamás pensamos que lo que pensamos oculta lo que somos» rubricado por Valéry es lo que a la postre pone en marcha todo el mecanismo revelador del Yo para mostrarse vivo frente al Otro. Y ese Otro no es sólo nosotros, receptores del desenmascaramiento del poeta en sus versos; ese Otro es también el propio poeta que sale de sí mismo (es decir, que existe de sí mismo) y se autorretrata en sus poemas, tal cual lo evidencia en ese «Quejido ronco de tambores», una silva asonantada en la que su «figura evanescente», como larva, le hace vagar sin sentido. Es ahí, en ese espagat doloroso entre lo que se es y lo que existe (lo repito: entre lo que se vive y lo que surge de súbito, aparece, o se muestra acaso como una phantasma, como diría Juan Rufo) donde tiene lugar la tensión de un Yo en conflicto. Miguel Ángel Yusta ha querido mostrarnos en este libro unas cuantas pinceladas de su vida en sus también diversas circunstancias, pero seríamos muy ingenuos si pensáramos que esta muestra es su vida misma. No, no es así porque, a pesar de que la vida sea la causa de la movilización estética, estamos hablando de literatura o, lo que es lo mismo, de un embaimiento que trata de superar lo que precisamente el vitalismo llamaba «habitualidad», lugar donde se inscribe la vida como realidad radical del cada uno de los Yoes. Para escapar y trascender esa habitualidad Miguel ángel Yusta se va a París, a su amado París, muy amado, desde luego, por cuanto, como descriptor de su fisonomía divina y humana, le dedica tres textos iconográficos, el 15 % del total de esos casi 20 poemas de amor y una copla casi desesperada. Porque, efectivamente, otra vez huye Yusta de la habitualidad enamorándose, o haciendo que el amor transite por el más allá del más acá que es su realidad habitual. Para abandonar la habitualidad Miguel Ángel Yusta echa mano de la memoria, vuelve casi al útero adoptando la posición natural del neonato; para huir de la habitualidad recoge en frasquitos esenciales la suma de las horas vividas durante su paso por el tiempo. Vemos cómo, por ejemplo, en el poema «El Sena» este prosopopéyico río «Por la noche... parece un inmenso gusano dormido» que «gira sobre sí mismo tantas veces porque quizá no quiera marcharse de París». La acentuación simétrica del soneto «Quisiera ser el amo de tu sueño» se rinde a la armonía de los corazones enamorados con una entrega incondicional, mientras que el poema «Introito» alberga ese anhelo más que rilkeano de regreso a la infancia; diríamos mejor que alberga un deseo de incisión en el plano temporal cuyo vector es naturalmente la memoria. No es el único poema que profundiza en ese asunto central de —me atrevo a decir— toda la literatura universal; «Han pasado los días» es otro texto que trata de redimir el tiempo en la actualización recordatoria de los muertos más queridos. Por fin, sí, el escepticismo desalentador del poeta herido y restañado aparece en aquella copla que citaba y que alude a este plural indefinido, pero plural mayustático: «Dicen amor y es deseo, / dicen te quiero y es nada, / dicen demasiadas veces / palabras, sólo palabras. //»
Sostuvo siempre Ortega y Gasset que la poesía es un modo del conocimiento, o, dicho con otras palabras, que lo dicho por la poesía es verdad. Así como dije al principio estar de acuerdo con Ortega en algunas cuestiones vitales, como la del conflicto del Yo frente al Otro, no lo estoy en ésta que acabo de citar. La poesía, aunque sea un modo de conocimiento, no necesariamente es verdad; más bien aspira a la verdad y, en esta aspiración, la poesía sería verosímil; es decir: un símil de la verdad, algo parecido a la verdad. Lo dicho sirve para ese lado al que Yusta también se inclina en sus versos: el lado de la reflexión descriptiva, el lado de la absorción conceptual. Pero esto no es malo, ni mucho menos. Es, sencillamente, distinto a lo ideal sin que por ello estos caracteres estéticos dejen de ser aspirantes a una verdad modélica desde el punto de vista de la poesía como fiel reflejo de la vida. Diríamos que este otro talante se adhiere a la filosofía crítica respecto a la manifestación de un desacuerdo con la vida convencional, crítica que el poeta se ve impelido a hacer de vez en cuando para que su inexorable soledad la juzgue. Así, por ejemplo, en estos versos: «Después vendrá el silencio de lo oscuro, / se perderán caminos en la noche. / Se borrará tu huella / y yo me quedaré deshabitado. / Solo. //»
El valor a veces narrativo de Miguel Ángel Yusta radica en su dominio para la creación de atmósferas, para la definición de ámbitos; posee la seguridad de quien deja en suspenso la importancia de lo conocido para trascender por medio de sus versos este límite y alcanzar lo que ha de conocerse, lo que nos es dado conocer. Cualquier otro camino que pudiera tomarse, indicador consciente del fracaso, conduciría a la neurosis. La palabra de Yusta no es neurótica; la palabra de Yusta no es oblicua, sino que ha calculado la trascendencia de su gesto hasta hacerse cargo (porque su verbo fue primero humano) de que su prosecución poética debía señalarnos aquel límite: lo que nos es dado conocer. Nosotros, lectores, desde ese mismo momento sabemos que es así y, además de constatarlo, admiramos que así sea.
¿Y qué es lo que evidencia ese gesto? Pues lo que sucede a veces —sólo a veces—: la naturaleza se sirve de un mediador: lo elige de entre muchos con rigurosos criterios de selección para rendirle pleitesía mediante el tamiz del ser; es decir, a través de aquello que constituye la esencialidad de la mirada que se echa sobre lo que se mira y cuyo relato reúne los factores que determinan su hermosura: la emoción distintiva, la resolución diversa de una misma realidad para trascenderla, algo, en fin, que une muy íntimamente a Yusta con su poesía: la lírica que se presenta en imagen bien definida y halla marco precioso en su palabra. Leamos: «Una gota traza un suave camino, / sin contacto posible, hacia mi mano. / Mis dedos han dejado / que se convierta en luz. //» Y también: «Existe un mar sin brumas ni tinieblas, / vacío de memoria, /donde las olas cantan el olvido. //»
Es verdad que en los pocos textos de esta antología apenas puede vislumbrarse una vida atendida por la palabra y, en consecuencia, la recomendación que, como censor hoy aquí, me permito hacer es que su diversidad morfológica presenta sólo registros formales; sin embargo, difumina el carácter, el hondo arriate del que la poesía de Yusta se sirve para caminar por los corazones como lo hace la lluvia cuando se precipita en los hontanares. Disponemos con ello de un perfil grueso, pero se nos hurtan las sutilezas de los rasgos definidores de su belleza.
Toda la hermosura de la poesía de Miguel Ángel Yusta hay que conocerla a través de aquellos títulos de donde se ha extraído éste de hoy y yo, como lector de su Ayer fue sombra, de El camino de tu nombre, de Amar y callar, de Silencio y luz y otros tantos, quiero constatarlo.
Recibí de un amigo el miércoles pasado un libro de poemas titulado El arte de los sueños. Y «todo el mundo sabe —nos advertía Gérard de Nerval— que en los sueños nunca se ve el sol». «En las horas de las largas noches / durmió el poema hasta llegar la aurora», nos dice Yusta; y en otro poema, refiriéndose a sus obras incompletas, añade que «esperan algún día la luz renovadora, la magia que las toque y las despierte».
Concluiré con Antonio Machado: «Tras el vivir y el soñar, / está lo que más importa: / despertar.»
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viernes, 26 de enero de 2024
martes, 23 de enero de 2024
Roma 9
Corríamos felices por la Vía del Corso
por llegar al hotel y al paraíso
antes de que la noche nos cercase.
Éramos ilusión y cuerpos encendidos
y era Roma, la gran y hermosa estancia
donde nos encontramos el presente
que borraba el recuerdo de las huellas
perdidas en la tierra del olvido.
Retomaba tu piel el color de los soles,
revivía ese mar de tu mirada.
Se fundían los cuerpos y volaban las almas.
Estábamos seguros
de cambiar el destino en una noche
donde brillaban todas las estrellas.
Y encontramos al fin la solución
del teorema total de nuestras vidas
(c)Mayusta. Roma.
domingo, 1 de octubre de 2023
miércoles, 27 de septiembre de 2023
Summa 25
Mirar tus ojos y sentirme preso
notar el frío canto de su nieve,
la penetrante herida que su leve
mirar traduce en un fatal proceso.
Es empresa que agota hasta el exceso
pues que tu indiferencia nada mueve
de tu ser, que apenas se conmueve
ni se apercibe de mi amor sin seso.
Te cierras en un círculo de lazos
donde se queda mi alma prisionera
apenas redimida de su esencia.
Y habito en el recuerdo de tus brazos
añorando con pena la primera
vez que abiertos marcaron mi existencia.
(c) Miguel Ángel Yusta. Summa 25
jueves, 24 de agosto de 2023
domingo, 25 de junio de 2023
lunes, 8 de mayo de 2023
Rafael Soler presenta Dos novelas de la Transición en Zaragoza.
Rafael Soler, (Valencia 1948) poeta y narrador, presentará en la Biblioteca de Aragón su obra "Dos novelas de la Transición",(Ed. Contrabando 2023) reedición de "El grito"(1979) y "El corazón del lobo"(1980) con prólogo de Elvire Gómez-Vidal Bernard. El acto será introducido por Eugenio Mateo con intervención del editor, Manuel Turégano y presentado por Miguel Ángel Yusta. Está patrocinado por la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro y colabora Librería Antígona. Será el 16 de mayo martes, a las 19.30.
lunes, 17 de abril de 2023
miércoles, 22 de febrero de 2023
miércoles, 15 de febrero de 2023
miércoles, 7 de diciembre de 2022
martes, 6 de diciembre de 2022
Antología de poesía mínima
Una publicación de Cuadernos del Laberinto.
Información pinchando el enlace:
http://www.cuadernosdelaberinto.com/Prensa/breve_antologia/cub_laberintobreve.jpg
Autores:
Agus Arés • Alfredo Piquer • Álvaro Fierro Clavero • Álvaro Salvador • Amalia Bautista • Ana Mª Cuervo de los Santos • Andrés Carlos López Herrero • Ángel Guinda • Angélica Morales• Anita Wonham • Antonio Hernández • Antonio Perán Elvira • Antonio Portillo Casado • Arancha Martín • Arturo Amez • Aurelio Augusto da Cunha • Carlos Aganzo • Carlos Augusto Casas • Carlos d’Ors • Carlos Tejero • Carmen Díaz Margarit • Celia Puerta • Cristina Galán Rubio • Daniel Bolado • David Foronda • Diego Agúndez • Diego Alonso Cánovas • Diego Medina Poveda • Domingo Díaz Asensio • Eduardo Herrera Baullosa • Eduardo Velázquez González • Elsa López • Emilio Porta • Enrique Gallud Jardiel • Enrique Gracia Trinidad • Enrique Valle • Ester Bueno Palacios • Esther Bargach • Ezequías Blanco • Fidel Sendagorta • Francisco Domene • Francisco García Marquina • Héctor Puertas Castro • Ignacio Gómez de Liaño • Ignacio María Muñoz • Ilia Galán • Inma Pelegrín • J.M. Barbot • Jaime Alejandre • Javier Bañares • Jesús Ferrero • Jesús Urceloy • Jorge Pozo Soriano • José Félix Valdivieso • José Manuel Lucía Megías • Juan Ráez Padilla • Juana Castro • Juanma Ruiz • Julián Garvín Serrano • Julieta Pellicer • Julio Santiago • Katy Parra • Kevin Bliek Bueno • Luis Alberto de Cuenca • Luis de Garma • Luis García Arés • Manuel Francisco Reina•Manuel Gahete • Manuel Guerrero Cabrera • Margaret Saine • María Ángeles Álvarez • María Antonia García de León • María Antonia Ortega • María Rosal • María Sanz • María Torvisco • Mario de la Rosa • Mario Pérez Antolín • Marisa Calero • Matteo Barbato • Miguel Ángel Yusta • Miguel Losada • Mills Fox Edgerton • Montse Escribano Ruiz • Montserrat Cano • Oriol Alonso Cano • Óscar Martín Centeno • Paloma Serra Robles • Pedro Amorós • Pedro Enríquez • Pedro López Lara • Pedro Tenorio • Pepe Ramos • Pilar Mata Solano • Pilar Pastor • Rafael Soler • Raquel Lanseros • Rocío Scharfhausen • Silvia Gallego Serrano • Trinidad Romero
Entrevista a la editora de poesía, Alicia Arés,
sobre la antología Laberinto breve de la imaginación (enero, 2022)
Radio Naufragio. Programa La voz a ti debida
lunes, 28 de noviembre de 2022
viernes, 4 de noviembre de 2022
Es tiempo todavía. De POSTLUDIO (trad. Marcela Filippi)
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