Autor de una amplia y estimable obra poética, siempre es grato acudir a sus libros porque son fruto del entusiasmo, el compromiso y de la pasión creativa. De ahí que en las páginas de su último poemario, ese consumado melómano que es también Miguel Ángel Yusta, nos transmita versos que nos hablan del amor, de la belleza y la melancolía que le genera el mundo en que vivimos. Un retrato de lo que nos pasa tan certero y clarividente como lo son estos versos de su poema final:
“Eran los tiempos de palomas pardas
que agitaban sus alas en silencio
sobre los ideales de nuestra adolescencia.
Palomas con estúpidas miradas
que giraban constantes en los cielos plomizos.
Se estrellaron algunas
- palomas alocadas y borrachas –
en busca de la luz retrocedida
en una noche larga de silencios oscuros.
Otras volaron raudas al olvido
y quedaron desnudas sobre la estepa helada
sin que nadie jamás recordara su nombre.
Una logró escapar de la bandada
iluminó caminos anhelados
desde la senda del conocimiento
y se perdió en el mar eternamente.
Cada día buscamos su regreso
para evitar la noche que se cierne implacable".
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
"La discreta, la lenta retirada,
acercarse al silencio quedamente
y desaparecer en la penumbra
lejano de oropeles, voces y ruidos.
Decir adiós, y basta”.
No se lo pierdan.
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