Capítulo
1: Nostalgia
Poema:
Paseo
lentamente por el Lido
una
tarde guardada en la memoria.
Las
horas sosegadas
retrasan
su camino hacia la noche.
Se
apaciguan los pasos.
Revive
el Adagietto de Mahler en el alma
fundido
con la luz y aquella espuma
inatrapable
y suave de las olas.
Es
tanta la belleza que mis lágrimas,
al
ocaso, se funden con el mar.
En
Reflejos de un espejo roto, su libro más reciente, el poeta
zaragozano Miguel Ángel Yusta
aborda
la complejidad de la vida en su totalidad. Afirma en la introducción
que estos poemas no
pretenden
ser una autovía cómoda, sino un sendero lleno de dudas y trampas. O
quizá diríamos que
es
como una difícil carretera de montaña que, al asomarse en cada
curva a los desniveles del
paisaje,
permite apreciar la belleza y el esfuerzo del camino recorrido.
¿Qué
es lo que sucede a menudo cuando una persona se mira en un espejo y
descubre una
imperfección
en la superficie? Instintivamente intenta borrarla y el verdadero
fastidio sería que, en
realidad,
el espejo estuviera dañado. Pero, ¿y si lo que ocurre es que es la
persona que se refleja la
que
está marcada? ¿Intentaríamos borrar esas cicatrices también o
sería mejor asumirlas como
vivencias
que nos dan forma?
La
poesía que he escogido es una alegoría sobre el tránsito,
momentáneo y a la vez eterno, entre el
amor
y el desamor. Esto se refleja en que capta ese instante en el que no
es de día ni de noche, esa
frontera
imprecisa entre la playa y las olas, entre las lágrimas y el mar,
con la banda sonora del
Adagietto
de Mahler, un guiño a la pasión con la que el autor vive la música.
Yusta
hace referencia a la película Muerte en Venecia de Luchino Visconti,
metáfora crepuscular del amor imposible hacia la belleza absoluta e
inalcanzable.
Ana
BELLÉ.
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