(Coplas ante la insolidaridad)
Tiene el grito la mujer
encadenado en la boca
y oír el llanto del hijo
el corazón le destroza.
de la insegura patera
y los gemidos estallan
al llegar la noche negra.
Los cuerpos caen poco a poco,
la vida no vale nada,
y menos, cuando a lo lejos,
no hay amor ni hay esperanza.
El niño muere despacio
en los brazos de la madre
mientras de la noche surgen
densas lágrimas de sangre.
Desesperación y miedo
atenazan las gargantas.
Gritos desgarran el aire:
no amanecerá mañana.
En el oscuro horizonte
se precipitan las sombras
de hombres que, en vano, suplican
las migajas que nos sobran...
Tiene el grito la mujer
ensangrentado en la boca.
Ya no oye el llanto del hijo,
ya nada, al cabo, le importa...
Miguel Ángel Yusta.
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