Me sumergí en tu boca
para nadar en un templado lago.
La brisa de tu pecho
alentaba sonidos imprecisos
mientras tus manos ávidas
exploraban los pliegues de mi universo loco
dibujando con signos el placer.
Emanaba tu piel un vaho indescriptible
que incendiaba mi sangre.
Tu cuerpo desnudaba poco a poco sus pétalos
cuando mi carne inundaba los surcos
donde nacía el mundo.
Hoja en mis ramas, vela de mis vientos,
cóncavo bendecido del amor
templo carnal de todas mis plegarias.
Al pronunciar mi nombre,
-ofrenda perfumada-
me hiciste esclavo y amo de tu luz.
"Me sumergí en tu boca", de Miguel Ángel Yusta (c)
Oleo: "Desnudo" de Luis García-Ochoa (S.Sebastián 1920)
Oleo: "Desnudo" de Luis García-Ochoa (S.Sebastián 1920)
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