A veces me despierto en la noche y te contemplo dormida, suave la piel de tu espalda, fragante tu cabello derramado sobre la almohada. No, no quiero despertarte: contengo mis ansias, mi carne exacerbada, porque, mujer, así quiero mirarte, oliendo a bosque, a piel, a sueño, sintiendo tu suave respirar tan cercano, amor, tan cercano y las apaciguadas curvas de tu cuerpo abandonadas a mi lado, amor, a mi lado, como el mayor tesoro imaginable.
Y te contemplo, amor, tan en silencio...
Entonces, deslizo un beso casi imperceptible en tu cabello y deseo que no amanezca muy pronto, amor, que no amanezca. Que la noche me regale tu cuerpo dormido para adorarlo despacio hasta la luz.
Mi instinto tal vez me llevaría a tomarte, ahora, tan indefensa, amor, tan indefensa. Pero me desarma la inmensa ternura de tu rostro de niña y ahogo mis pensamientos en vez de ahogarme en esa tu piel tan deseada, amor, tan deseada...
(c) mayusta 2011
5 comentarios:
Estupendo
¡Me encanta su sonoridad tanto como la emoción que la embarga!
Chapó maestro!
que excelente :)
Como no Miguel Angel, los sueños son adorables.
Un beso
Más te leo, más me gustas
Besitos veraniegos.
Publicar un comentario