Deseaba decirte, simplemente,
mirándote a los ojos,
las palabras que nunca
podemos pronunciar si no hay penumbra.
Deseaba decirte,
y casi te lo digo en un descuido,
que perdí las batallas
y, cómo no, alguna que otra guerra.
Derrotado en silencio lamía mis heridas
y en soledad pasaba mis calvarios,
hasta que con el tiempo
retoñaba con nuevas primaveras.
Esta noche presiento
que tu abrazo de piel
y la envoltura líquida de tu mirada suave
y tus senos desnudos abrigando
mi larga encrucijada de pesares
van a soltar mi lengua de miedos y ataduras
para tal vez decirte, aunque no quiera hacerlo,
que me sientas contigo
en mil amaneceres.
El camino de tu nombre (Quadrivium, 2011)
5 comentarios:
Es un poema precioso, hay un momento que es el oportuno para liberar la lengua de miedos y ataduras y arriesgar.
Me ha encantado este poema, un beso
Suele pasar que el pensamiento va más allá, luego la boca articula, pero el sonido es bien diferente, y cuando se vuelve, todo queda a medias, con ganas de revolverlo todo.
Misk
Lo que el deseo provoca y dice a través de un poema que te mantiene sobre un hilo de farándula...
Hermosísima forma de contar lo que a veces se queda sin contarse...
Besos
Precioso Mayusta... y preciso jeje. Solo se pueden leer en penumbra también estos versos. Un abrazo.
Mil amaneceres..., a veces pocos y en ocasiones, demasiados.
Como siempre, bellas palabras.
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