PICAPEDRERO
Bendito seas tú, picapedrero.
Benito sea el alambre de tus gafas
malladas en silencio en la cocina.
Y benditas aquellas viejas tablas
de tus espinilleras de madera.
Bendito sea el mazo que cuarteaba
las pilas de las piedras
acunetadas en cualquier camino.
Y el martillo que las desmenuzaba
golpe tras golpe hasta contar por miles.
Y la digna fiambrera
en que acercaba ella al tajo tu comida,
caminata mediante,
allá en los mediodías de sol y de cigarras.
Bendita aquella vara de sabina o de fresno
para hacer, poco a poco, la sencilla herramienta
con que llevar el pan hasta la casa.
Bendito seas tú, transterrado valiente
de aquella frágil y sombría España.
Bendito hombre de bien,
(c) M.A Yusta. 2025