Es tiempo de contarse los hijos y las canas,
recordar los aullidos de los perros
en solitarias noches de vigilia
y saber que hoy no estamos como entonces.
Es tiempo todavía de abrazar al amigo,
de amar sin condiciones,
de decir muchas veces un te quiero
a quien mañana puede estar ausente.
Es tiempo de sonrisas en los ojos
húmedos todavía por las lágrimas
que las largas ausencias acopiaron
en días de silencio y soledad.
Es tiempo, ya os digo,
de abrir las puertas a la primavera
y, de momento, sujetar los brazos
cerca del corazón.
Es todavía tiempo, por fortuna,
de cielos y de soles y certezas.
De abrazos vivos aun en la distancia
que pregonen que nos necesitamos.
Es tiempo, por fortuna.
Quien lo sufrió lo sabe...
(c) Miguel Ángel Yusta. 17.4.21
(c) Imagen Mayusta
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