M. Husson en el Café Poliveau
Monsieur Husson era un comunista de la vieja escuela.
Llevaba grandes bigotes y una desgastada gorra de visera,
viejo y encorvado, tenía una voz recia como torrente de piedras.
"Ah, monsieur, vous savez?" era el principio de una larga conversación.
Había sido perseguido por los nazis y cazado como un conejo
pero sobrevivió en aquel París en blanco y negro.
Y ahora languidecía en una chambre sin váter ni cocina,
sólo un pequeño hornillo de gas
y los recuerdos.
Y era feliz.
Monsieur Husson hablaba horas y horas de la democracia,
de los republicanos españoles que liberaron París.
"¡Ah, aquellos valientes antifascistas!"
Yo tenía escasamente dieciocho años
—tal vez dieciséis —
y le escuchaba sin pestañear.
Fumaba en pipa Monsieur Husson
y el olor peculiar de su tabaco
siempre ha permanecido en mi recuerdo.
París, años sesenta del siglo XX, ciudad luminosa y libre.
La dolce vita, Brigitte Bardot...mis tardes eran eternas en los cines de barrio.
Y allí sentaba las bases de mi libertad,
de mi pequeña libertad descubierta en un seno de mujer,
en el beso de una pareja en el metro,
en el humo de la pipa de Monsieur Husson.
Al volver, España permanecía en silencio.
Yo permanecía en silencio...
Miguel Ángel Yusta. Pasajero de otoño. Huerga y Fierro. 2018.
(Foto: (c) Mayusta)
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