Me pregunto si fue real o un sueño,
si las calles eran tan oscuras y silenciosas,
si existían las quinielas a peseta
y las fichas ranuradas de los teléfonos públicos.
Si yo llevaba pantalón corto y me ruborizaba ante las chicas,
si nos daba miedo el portero del cine
que nos pedía el carné en las películas para mayores,
si mi padre llegaba agotado a casa, con las manos encallecidas,
si borraba las páginas del cuaderno escolar para escribirlas de nuevo...
Me pregunto cada noche, en la soledad de mi cuarto,
por los días que perdí rezando rosarios interminables
aterrado por el infierno que cada tarde nos prescribía el padre Andrés
-aquél que nos hacía poner las manos sobre el pupitre
para que no pecásemos, aunque fuera un instante-.
Y por los duros inviernos, de interminables noches,
haciendo los deberes con manos ateridas
en aquella cocina de paredes encaladas.
Me sigo preguntando, a través de los años,
quién tuvo derecho a robarnos tantas primaveras,
quién prohibió, hasta asfixiarnos, cuanto nos ilusionaba.
Por qué tuvimos que precipitarnos al vacío
y descubrir la luz a través del sufrimiento.
Maldigo una infancia desesperada y gris,
teñida con miedo y amargura por los vencedores
para que fuera acatada sin condiciones por los vencidos.
Reniego de quienes dejaron sin flores tantos jardines
y, a cambio, nos prohibieron pisar el césped.
Y busco todavía las respuestas
en el ocaso suave de mis días.
(M.A.Yusta. Ayer fue sombra. Primer Premio poesía D. Gob. Aragón. Ed. Aqua 2010. 2ª Edición. Lastura 2017 con prólogo de Marisa Peña y nota preliminar de Emilio Quintanilla)
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