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martes, 17 de enero de 2017

Jorge Cortés, reseña "Ayer fue sombra"

Mi lectura de “Ayer fue sombra” de Miguel Ángel Yusta. Primer Premio de la VI Edición del Premio de Poesía Delegación del Gobierno de Aragón-Cajalón. Editorial Aqua. Zaragoza, 2010.


(relatar en verso: para que se sepa)

0.- Demasiadas evocaciones (cercanía generacional) en estos emotivos quince poemas me han hecho retroceder a la espesura, borrosa, de la infancia (quizás porque, borraduras aparte, mis miradas decisivas surgieron entonces y ya han crecido conmigo).

1.- Aquellos días en penumbra, de un tiempo con olor a pobreza y frío, un frío imperial, un frío asomado invierno a invierno: frío calándose a traición. El poeta lo narra en verso. Y esto, eso, sólo lo puede contar (buen poeta, claro está), quien recorrió aquel laberinto que aún resuena. ¿Sombra escasa y vacilante?: pues no: memoria de la sombra. Adelante.

2.- También hijo de los que hicieron (padecieron) la guerra incivil: pero unos, pocos, (la) ganaron; a bastantes los exterminaron o mortificaron; a la inmensa, inmensísima, mayoría, la acallaron o callóse. Hijo, pues, de una noche de serpientes negras y lunas enrojecidas en años duros de soledades grises. Tiempo rancio y avinagrado, donde quedaba sólo la humana dignidad de aquellos hombres y mujeres / que nos dieron calor de corazón. Que se sepa.

3.- Veracidad vocativa: la escalera mecánica del Sepu; el Bazar X (un escaparate para soñar) y sus preciosos, inalcanzables trenes eléctricos y bicicletas que sólo poseían niños desconocidos / a los que no podíamos pedírselas prestadas. Por eso mismo, una tarde navideña, una mirada frustrada, todavía de Preparatorio, se conjuró (qué ingenuo) con rabia contra la injusticia esencial, la persistente injusticia esencial.

4.- Liviano esfuerzo de memoria: un orden que cortaba el aliento: el dictador de la voz de pito y el alma de piedra: educación nacional-católica: niños con miedo: hasta con miedo a ser libres. Filas formadas: silencios de plomo, brutales. Para que lo sepa de una vez quien lo tenga que entender: una generación y media en las que muchos hombrecillos fueron adiestrados en el sufrimiento, sin hipos ni lamentos: palizas, sopapos y rosarios: demasiados hematomas afectivos. Qué maravilla fue descubrir, después (aunque con duraderas secuelas), libremente, la ternura; compartirla con esa mujer que era(n) una geografía prohibida.

5.- Asomado a la oscuridad repetitiva y nueva en las salas de sesión continua y acomodadores malhumorados: aturdido adolescente (de niño ansió un descapotable blanco) en tardes piroleras (al cine, al cine: cabalgando en sueños de viejo blanco y negro): escapábamos de la clase de religión y de la de formación del espíritu nacional, y, todavía, se obstina en convocar a la (su) sensual Gloria Grahame: jamás me atrajo tanto ninguna otra mujer, con ella se paraba el tiempo, e imaginaba una noche con ella.

6.- El recuerdo tiene sus propios resortes y el poeta (memoria autobiográfica), ordena experiencias: gestos y ecos: los reescribe con perspectiva: la radio, con voces y apellidos, encendía sus ojitos y a la que le daba las gracias por animarnos a vivir: y el poeta no escribe de oído: rosario (más) en familia. El ajetreo febril en la cocina, haciendo los deberes con manos ateridas, centro de reunión familiar, intentando avivar el hornillo. Paredes encaladas y una madre se afana calentando la leche con carbón vegetal / mientras contiene a solas el rumor de sus lágrimas. La madre, la madre. También la necesidad fue(es) la madre de los milagros.

7.- Amigo viajero (qué otra cosa es leer), en este momento tú te vuelves porque él ha vuelto a entrar. Lo perdido para siempre y que no se ha perdido en su memoria. Tenor Fleta tenía una zanja / por donde el tren cruzaba Zaragoza; allí, la modesta casa, donde mi padre regresaba cansado de golpear el viento / y mi madre desenvolvía el papel de estraza de la cena. Unos años, por fin pasados, de los que recordamos / a los silenciosos héroes que permitieron este presente. Inútil exagerar, porque aquel tiempo redundaba en (con) abuso.

8.- París es recurrente para el poeta (en un poemario anterior fue monotemático). Aquí es (fue) la libertad de vivir sin permiso. Su querido París donde se abrió la vida, / los besos y los senos de mujeres soñadas, / las orillas del Sena llevándose la mugre / acumulada en años de tinieblas. Pero no (se) engaña, no hay metamorfosis chillona (impostura): Y en ese punto justo o no pude o no supe / hacer, sencillamente, mi gran revolución / y me hicieron discípulo del convencionalismo.

9.- Su poesía está a la altura de quien se sincera: Me sigo preguntando, a través de los años, / quien tuvo derecho a robarnos tantas primaveras, / quien prohibió, hasta asfixiarnos, cuanto nos ilusionaba. Rezo elocuente por el viejo amigo de nuestra adolescencia y, prudentemente, solicita: Ábrele el Infinito, Señor. / Que pase con su equipaje de gozo y sufrimientos / y siéntalo a tu lado por si puede vivir / la esperada realidad de sus sueños.

10.- Reparo en la belleza de la recapitulación. 1) Nos arrastrábamos lentos en el tiempo / mientras las ilusiones estaban muertas y enterradas. 2) Ni siquiera acudía la luna / para animar el dudoso festín / de los largos silencios nocturnos. 3) Fue sombra ayer / pero en las horas de las largas noches / durmió el poema hasta llegar la aurora. 4) Reniego de quienes dejaron sin flores tantos jardines / y, en cambio, nos prohibieron pisar el césped.

11.- Poética acuñada, cultivada, tangible, respirada desde un bien custodiado manantial (universo personal). Posible que se escriba para ver, pero él es consciente de la modificación de la imagen tras escribirla: Me pregunto si fue real o un sueño, / si las calles eran tan oscuras y silenciosas, / si existían las quinielas a peseta.

12.- Sabiéndose tal cual: Mas, ahora, aquí estoy, / después de tantos años. Interrogándose en la soledad de mi cuarto por los días que perdí, de por qué tuvimos que precipitarnos al vacío / y descubrir la luz a través del sufrimiento. Y hoy, busco todavía las respuestas / en el ocaso suave de mis días. ¿Quizás la fractura que no ha podido restituirse y se vale de la poesía para rellenar ese vacío?


13.- Finaliza: Vienen, al fin, los días de la luz… Silencio. El lector escéptico se calla.


14.- Elijo la escritura que contagia vida. En poesía, que estrofas, ritmo y composición sean un recorrido libre e impuesto, sin fugas, sin eclipses. Me identifico con la escritura que ha mirado, arada silenciosamente (el silencio y la distancia alimentan serenos la memoria) y que las palabras (sus representaciones) nos reposen ecos, resonancias paralelas, emoción. Es el caso de este poeta que sabe buscar y decantar espléndidamente las palabras. Para celebrarlo. Mi enhorabuena.

Jorge Cortés
Mayo, 2010
















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