Mi lectura de “Ayer fue sombra” de Miguel Ángel Yusta. Primer Premio de la VI Edición del Premio de Poesía Delegación del Gobierno de Aragón-Cajalón. Editorial Aqua. Zaragoza, 2010.
(relatar en verso: para que se
sepa)
0.-
Demasiadas evocaciones (cercanía generacional) en estos emotivos
quince poemas me han hecho retroceder a la espesura, borrosa, de la
infancia (quizás porque, borraduras aparte, mis miradas decisivas
surgieron entonces y ya han crecido conmigo).
1.-
Aquellos días en penumbra, de un tiempo con
olor a pobreza y
frío, un frío imperial, un frío asomado invierno a invierno: frío
calándose a traición.
El poeta lo narra en verso. Y esto, eso, sólo lo puede contar (buen
poeta, claro está), quien recorrió aquel laberinto que aún
resuena. ¿Sombra escasa y vacilante?: pues no: memoria de la sombra.
Adelante.
2.-
También hijo de los que hicieron (padecieron) la guerra incivil:
pero unos, pocos, (la) ganaron; a bastantes los exterminaron o
mortificaron; a la inmensa, inmensísima, mayoría, la acallaron o
callóse. Hijo, pues, de una
noche de serpientes negras y lunas enrojecidas
en años duros de
soledades grises.
Tiempo rancio y avinagrado, donde
quedaba sólo la humana dignidad de aquellos hombres y mujeres / que
nos dieron calor de corazón.
Que se sepa.
3.-
Veracidad vocativa: la escalera mecánica del Sepu; el Bazar X (un
escaparate para soñar) y sus
preciosos, inalcanzables trenes eléctricos y
bicicletas que sólo
poseían niños desconocidos / a los que no podíamos pedírselas
prestadas. Por eso
mismo, una tarde navideña, una mirada frustrada, todavía de
Preparatorio, se conjuró (qué ingenuo) con rabia contra la
injusticia esencial, la persistente injusticia esencial.
4.-
Liviano esfuerzo de memoria: un orden que cortaba el aliento: el
dictador de la voz de pito y el alma de piedra:
educación nacional-católica: niños
con miedo: hasta con
miedo a ser libres.
Filas formadas: silencios de plomo, brutales. Para que lo sepa de una
vez quien lo tenga que entender: una generación y media en las que
muchos hombrecillos fueron adiestrados en el sufrimiento, sin hipos
ni lamentos: palizas, sopapos
y rosarios:
demasiados hematomas afectivos. Qué maravilla fue descubrir, después
(aunque con duraderas secuelas), libremente, la ternura; compartirla
con esa mujer que era(n) una geografía prohibida.
5.-
Asomado a la oscuridad repetitiva y nueva en las salas de
sesión continua y acomodadores malhumorados:
aturdido
adolescente (de niño ansió
un descapotable blanco)
en tardes piroleras (al cine, al cine: cabalgando
en sueños de viejo blanco y negro):
escapábamos de la
clase de religión y de la de formación del espíritu nacional, y,
todavía, se obstina en convocar a la (su) sensual Gloria Grahame:
jamás me atrajo tanto
ninguna otra mujer,
con ella se paraba el
tiempo, e imaginaba
una noche con ella.
6.-
El recuerdo tiene sus propios resortes y el poeta (memoria
autobiográfica), ordena experiencias: gestos y ecos: los reescribe
con perspectiva: la
radio, con voces y
apellidos, encendía
sus ojitos y a la que
le daba las gracias
por animarnos a vivir: y
el poeta no escribe de oído:
rosario (más)
en familia. El
ajetreo febril en
la cocina, haciendo
los deberes con manos ateridas,
centro de reunión familiar, intentando
avivar el hornillo. Paredes
encaladas y una madre
se afana calentando
la leche con carbón vegetal / mientras contiene a solas el rumor de
sus lágrimas. La
madre, la madre. También la necesidad fue(es) la madre de los
milagros.
7.-
Amigo viajero (qué otra cosa es leer), en este momento tú te
vuelves porque él ha vuelto a entrar. Lo perdido para siempre y que
no se ha perdido en su memoria. Tenor
Fleta tenía una zanja / por donde el tren cruzaba Zaragoza;
allí, la modesta casa, donde mi
padre regresaba cansado de golpear el viento / y mi madre desenvolvía
el papel de estraza de la cena.
Unos años, por fin
pasados, de los que recordamos / a los silenciosos héroes que
permitieron este presente.
Inútil exagerar, porque aquel tiempo redundaba en (con) abuso.
8.-
París es recurrente para el poeta (en un poemario anterior fue
monotemático). Aquí es (fue) la
libertad de vivir sin permiso. Su
querido París donde
se abrió la vida, / los besos y los senos de mujeres soñadas, / las
orillas del Sena llevándose la mugre / acumulada en años de
tinieblas. Pero no
(se) engaña, no hay metamorfosis chillona (impostura): Y
en ese punto justo o no pude o no supe / hacer, sencillamente, mi
gran revolución / y me hicieron discípulo del convencionalismo.
9.-
Su poesía está a la altura de quien se sincera: Me
sigo preguntando, a través de los años, / quien tuvo derecho a
robarnos tantas primaveras, / quien prohibió, hasta asfixiarnos,
cuanto nos ilusionaba.
Rezo elocuente por el
viejo amigo de nuestra adolescencia
y, prudentemente,
solicita: Ábrele
el Infinito, Señor. / Que pase con su equipaje de gozo y
sufrimientos / y siéntalo a tu lado por si puede vivir / la esperada
realidad de sus sueños.
10.-
Reparo en la belleza de la recapitulación. 1) Nos
arrastrábamos lentos en el tiempo / mientras las ilusiones estaban
muertas y enterradas. 2)
Ni siquiera acudía la luna / para animar el dudoso festín / de los
largos silencios nocturnos. 3)
Fue sombra ayer / pero
en las horas de las largas noches / durmió el poema hasta llegar la
aurora. 4) Reniego
de quienes dejaron sin flores tantos jardines / y, en cambio, nos
prohibieron pisar el césped.
11.-
Poética acuñada, cultivada, tangible, respirada desde un bien
custodiado manantial (universo personal). Posible que se escriba para
ver, pero él es consciente de la modificación de la imagen tras
escribirla: Me
pregunto si fue real o un sueño, / si las calles eran tan oscuras y
silenciosas, / si existían las quinielas a peseta.
12.- Sabiéndose tal cual: Mas, ahora, aquí estoy, / después de tantos años. Interrogándose en la soledad de mi cuarto por los días que perdí, de por qué tuvimos que precipitarnos al vacío / y descubrir la luz a través del sufrimiento. Y hoy, busco todavía las respuestas / en el ocaso suave de mis días. ¿Quizás la fractura que no ha podido restituirse y se vale de la poesía para rellenar ese vacío?
13.-
Finaliza: Vienen,
al fin, los días de la luz…
Silencio. El lector escéptico se calla.
14.-
Elijo la escritura que contagia vida. En poesía, que estrofas, ritmo
y composición sean un recorrido libre e impuesto, sin fugas, sin
eclipses. Me identifico con la escritura que ha mirado, arada
silenciosamente (el
silencio y la distancia alimentan serenos la memoria)
y que las palabras (sus representaciones) nos reposen ecos,
resonancias paralelas, emoción. Es el caso de este poeta que sabe
buscar y decantar espléndidamente las palabras. Para celebrarlo. Mi
enhorabuena.
Jorge
Cortés
Mayo,
2010
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