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- Miguel Ángel Yusta.
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domingo, 13 de febrero de 2011
Tu abrazo
Deslizaba el otoño sus cuchillos
y cabalgaba el frío
estremeciendo tus hombros de nácar.
Miraba con tus ojos la ventana
iluminada de paisajes ocres
y en la prisión de la melancolía
juntábamos las manos.
La flores amarillas y marchitas,
fundidas con la lluvia,
derramaban unas últimas lágrimas
antes de perecer en el olvido.
Entonces, sonreíste
y abrazaste mi entera soledad.
En ese instante mismo
yo deserté por fin de la tristeza.
© Mayusta: “El camino de tu nombre”
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5 comentarios:
Bello, con la belleza de la melancolía que se prende paulatina.
Besazo.
A veces el contacto de piel con piel nos hace, como bien dices tú, despojarnos de la melancolía y desertar de la tristeza.
¡Precioso!
Un abrazo.
De once o de siete,
cada verso contiene un infinito apuntalado en la palabra.
Es una cascada bellísima, en la que el instante se detiene inmenso, perfecto.
Un beso.
Laura
Digan lo que digan, el otoño puede ser precioso.
Mirar con los ojos del ser amado...
Bellísimo poema.
Un beso, Miguel Ángel.
Está muy bien eso de que le abracen a uno la soledad para desertar de tristezas.
Muy bueno.
Saludos.
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