La suave estancia, perfumada de ti,
silenciosa en la penumbra,
contrasta con el bullicio de la ciudad
que sobrevive lejos de nosotros.
La tibia lengua de la noche
se instala sobre tu cuello abandonado.
Se aviva el rescoldo que consume
los vientres
y tus labios se hacen nido de alondras.
Afuera hay otro mundo
de gritos y borrachos,
pero ante mí despliegas
las velas de tus besos.
Y en este espacio
sólo caben los ángeles rendidos
en el supremo abrazo del deseo.
© Mayusta 2010
8 comentarios:
¡Qué bien! Esa lengua de la noche sobre el cuello y esos vientres que se consumen.
Es un poema lleno de ascuas. Precioso, sensual y envolvente. ¡Me gusta!
Gracias,
Laura
Precioso Miguel Ángel. Como dice Laura, muy envolvente el ambiente de esa habitación con velas en forma de besos, o besos en forma de velas...
Me llegan las gotas de tu sensibilidad a flor de piel, que nos hace meditar sobre tantos aspectos de la vida sensual que nos impulsa, que nos condiciona...enhorabuena por tu poesía y tu blog...un abrazo de azpeitia
Qué necesarias esas estancias que nos protegen del mundo. A veces tienen cuatro paredes y, otras, ninguna. Las hace quien nos besa.
Muchas gracias a todos, amig@s. Sóis lo mejor de muchas horas de soledad....Un beso.Muchos besos.
Siempre encuentro unasueve estancia cuando acudo a visitarte...
Acogedora estancia donde nos refugiamos del bullicio y huimos impulsados por el viento que hinche las velas del deseo.
Un abrazo.
Pintas una bella estancia, no es de extrañar que sólo permitas en ella la entrada de los ángeles.
Este lugar es también una dulce estancia.
Muchos besos.
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