MAYUSTA
PASAJERO DE OTOÑO. Blog de poesía, fotografía y diversos fragmentos de la memoria.
Datos personales

- Miguel Ángel Yusta.
- Fotos de portada:Columna Villarroya 2010. Maica Rivera 2018. Todos los contenidos registrados.

sábado, 16 de enero de 2021
Ven.
sábado, 26 de diciembre de 2020
Vals vienés.
Y sonaba en la noche la voz de Leonard Cohen,
profunda, llena de humo y ginebra,
amarga y terrosa. En tu honor, Federico
-Ay, pobre Federico-
lamentando las balas que a todos nos hirieron
tantas veces, tantos años...
Querido Federico, prohibido Federico.
De noche asesinado Federico...
Ya no bailas el vals de tu delirio blanco
ni corren los caballos desbocados
por las praderas verdes de tus versos.
En Viena y en Berlin, en Dresde y en Varsovia
morirían, sin remedio, tus pequeñas damas
en otro infernal vals de bombas y cañones.
Toma este vals con la boca cerrada.
Toma este vals de quebrada cintura.
Y sostenías el verso con la pasión de un samaritano,
de un joven encendido por la brasa del amor.
Nunca supimos cuánto te necesitábamos
en las noches inciertas de amores temerosos.
Loco Federico, ingenuo creyente en los hombres.
Toma este vals que se muere en mis brazos.
Toma este vals del “Te quiero siempre”.
Tu boca sin embargo nunca estará cerrada
ni morirá ese vals que Leonard revive
adornando tus versos con música de fuego,
de nieve, mar y sueños de un mundo diferente.
El músico poeta abraza cada instante
al poeta del verso herido
por la barbarie contraria al pensamiento.
Sin orillas el río, sin conciencia los hombres
seguimos sin poder bailar en paz.
Toma este vals que ha estado muriendo durante años.
Toma este vals, toma este vals.
Es tuyo ahora. Es todo lo que hay.
Gracias a los dos, desde estos años tristes
donde tantos “te quiero” tan pronto se vacían
y los valses ya son sólo de cartón piedra
Parece ser que nunca aprenderemos
-qué pena Federico y Leonard Cohen-
a darnos ese abrazo que nos llene de luz.
Ay, ay, ay, ay....
(c)Miguel Ángel Yusta. 2017
Suzanne
Suzanne
Eran aquellas noches de horas blancas,
de estudio apresurado de materias sin sentido
que habíamos dejado para el final del curso.
Excitados ya por el olor de mayo.
apurábamos un cigarrillo sin filtro
-tal vez un Camel-
y en el viejo tocadiscos de maleta,
segunda mano, 45 r.p.m.,
surgía la voz amiga de Leonard Cohen
con la profundidad de un viento huracanado
arrasando fronteras y certidumbres impuestas.
Suzanne te lleva abajo
hacia su lugar cerca del río.
Se deslizaban las notas, lentas, ritmicas
y penetraba en el alma ese otro rio
donde yació la casada infiel lorquiana...
Y queríamos tocar, como fuera,
ese cuerpo de inalcanzables formas
que Leonard, el de la voz terrosa,
nos descubría tan lleno de luz.
Y quieres viajar con ella
Y quieres viajar a ciegas.
No queríamos salvarnos,
ni que nos liberase el mar de un tal Jesús.
Tan solo ella, Suzanne,
solamente Suzanne,
una mano en la nuestra y la otra en su espejo.
Nada más. Confiados
porque los pensamientos se unían
más allá de los cuerpos
donde siempre ha tocado el amor.
Y
sabes que puedes confiar en ella
porque ha tocado tu cuerpo
perfecto
con su forma de pensa.
Sí:
viajar con ella, a ciegas
seguir ese camino a través de los años
-toda una vida entera-
desde esa juventud negra e incierta
donde nos debatíamos, sin otra escapatoria,
que las palabras vivas de Cohen y Suzanne.
(c)
Miguel Ángel Yusta. 2016.
viernes, 11 de diciembre de 2020
Frncisco Caro reseña "La copla, emoción y poema"
El profesor y poeta Francisco Caro, reseña La Copla, emoción y poema, Pinchad el enlace...
http://mientraslaluz.blogspot.com/2020/12/de-miguel-angel-yusta-la-copla-emocion.html
martes, 8 de diciembre de 2020
"Pasajero de otoño". Prólogo de Fernando Aínsa.
En recuerdo y homenaje a Fernando Aínsa, traigo a este blog su prólogo a mi poematio "Pasajero de otoño" (Huerga & Fierro 2018).
Siempre en la memoria.
Pasajero de otoño,
una invitación a un viaje sin retorno
La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros.
Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.
FERNANDO PESSOA
Homo viator por excelencia, trotamundos tras las notas musicales de
óperas a las que asiste en los mejores escenarios europeos —Viena, Milán, París,
Madrid, Barcelona— Miguel Ángel Yusta emprende en Pasajero de Otoño
un periplo bajo la advocación del “último viaje” de Antonio Machado cuando
anunció “me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los
hijos de la mar”. Pero si el viaje de Machado era para abordar “la nave que
nunca ha de tornar”, el de Yusta es sabiendo —con José Saramago— que “el
viaje no termina jamás”, ya que “sólo los viajeros terminan”. Lo hace invocando
una voz, “pasajera del tiempo que arrasa los paisajes”.
Precedido de un breve preludio en el que anuncia que “nunca jamás querré
viajar a Ítaca” y de un poema —“El viaje”— donde sabe como Wilhelm Muller,
el poeta romántico alemán que inspiró el ciclo de canciones de Franz Schubert,
Viaje de invierno, que hay que encontrar el camino de todo viaje por sí
mismo. En su búsqueda, Yusta escucha un organillero solitario (“a quien ya
nadie escucha”) que renueva de esperanza su camino. Ha comprobado que “a
la gloria te lleva el padecer”, un padecer que pudiera sospecharse sufrido por
un amor de antaño.
El viaje de Pasajero de otoño combina el recorrer escenarios prestigiosos
largamente cantados por otros poetas —París, Roma, Grecia— a los que renueva
con sugerentes imágenes y una experiencia íntima que va urdiendo con
la conciencia y la angustiosa sensación de un final de trayecto no muy lejano.
El propósito inicial de su viaje es doble: regresar a París para recorrer nuevamente
la línea 6 del Metro donde descubre “miradas veladas de monotonía” y
“el raro vaivén de gente azarosa y extraña”; la del bus 76 multirracial (negros,
árabes, indios, checos y polacos entre sus pasajeros) viajando hacia el Louvre;
buscar inútilmente la tumba de Edith Piaff en el cementerio de Père Lachaise;
admirar el Sena dormido (“cloaca de París sólo redimida por miles de poetas
impertinentes”); la Gare d’Austerlitz, (“monumento a los que pudieron llegary a los que se quedaron en el camino”), pero también para ir empapándose del
spleen que inmortalizó Baudelaire y hacerlo con nuevas metáforas y reparando
en los detalles todo lo que ha cambiado desde entonces en el restaurante
La Coupole, en el mercado callejero del bulevar Charonne y en las notas de
intensa variedad cultural de sus calles.
Porque Yusta es un habitué de París. En el París de Pasajero de Otoño,
Yusta transmite la alegría de haber hecho suya la ciudad y poder repetirse con
Juan Luis Panero “esta ciudad tendrá tu nombre para siempre”, tras sus numerosas
visitas, desde las escapatorias del régimen franquista de su juventud
al complacido reconocimiento urbano de ahora. Ha ido viviendo como suyos
los cambios de la Ciudad Luz, como se la llamaba, sin insinuarnos en ningún
momento el patético anuncio de César Vallejo “Me moriré en París con aguacero/
un día del cual tengo ya el recuerdo”. Nuestro poeta, por el contrario, se
ha dicho: “volveré a esta ciudad que está en mi vida para encontrar la llave,
las puertas de la perdida dicha”.
El versátil poeta del amor (Pavesas, 2012; Amar y callar, 2013; De silencio
y luz, 2015), este reconocido coplista aragonés, prefiere admirar nuevamente
el Palais Garnier, aunque atemorizado escuche el murmullo y las
pisadas de siglos que lo rodean; el Museo de Orsay donde residen “sus pintores”
(Lautrec, Van Gogh...), los “luminosos signos de admiración” de las gárgolas
de Notre Dame, escuchar al trompetista del Metro que “deja volar sus canciones
eternas”. El poeta vaga en soledad por las calles, museos y plazas de París. No
tiene compañera en la que apoyarse, le basta, no sin cierta satisfacción autocomplaciente,
“gozar de mi compañía”. Puede repetirse: dondequiera que vayamos
encontramos que “ya estábamos ahí”.
Si en París el autor de Pasajero de otoño hace de su soledad, la única
protagonista de su vagar por calles, museos y plazas, en Roma se siente que un
ser amado lo acompaña para caminar “cogidos de la mano”, o acariciar su rostro
en la Piazza Navona y sentir que se encienden “lenguas en los vientres”.
Sin embargo, ante las aguas de la Fontana di Trevi, no puede sino musitar
“una oración incomprensible/ mientras recuerda las tormentas/ que sin piedad
azotan su camino.” El poeta vuelve a estar solo y revive su memoria:
“Madrid, El Cairo, Roma, Barcelona,/
Viena, Estambul, París/
o la dulce Lisboa/
y tantos otros sitios que pueblan mi recuerdo”.
Grecia está entre esos recuerdos. Allí acude nuestro poeta, finalmente, para
encontrarse “desnudo ante ese mar” y exponer su flanco sin temor. Comprueba
entonces que “ni tormenta ni soles/ han podido abatir tanta belleza” y piensa “si
es preciso/ estrellar en las rocas esta barca de rumbo equivocado,/ pero de puerto
cierto.” Sus pasos coinciden sin querer con los de Henry Miller en El coloso de
Marusi para participar de la luminosa atmósfera y del brillo del sol griego.
En Grecia, el poeta podría repetirse con Juan Ramón Jiménez “Andando,
andando; que quiero oír cada grano de la arena que voy pisando”, aunque,
tal vez, su esperanzado dirigirse hacia “los pájaros del alba” no hace sino corroborar
que “no se recuerdan los días, se recuerdan los momentos”, al decir de
Cesare Pavese. Y Pasajero de otoño está lleno de “momentos” para recordar.
El viaje de Yusta se programa en otoño, estación del año con la que se asimila
el declive de la edad, en que las fuerzas del cuerpo languidecen, pero
donde una madurez ganada con el tiempo se revierte en una mayor sensibilidad
para percibir el mundo que se recorre, esa “nueva forma de ver las cosas”
de que han hablado tantos viajeros. Pienso en Voltaire que hizo de los viajes
de Cándido un venero de experiencias y en Henry Miller que tras mucho deambular
por el mundo se refugió entre naranjales en California para rememorar
con nostalgia su vida o en Jack London construyendo un paraíso para,
una vez concluido, cerrar la puerta e irse.
En el poema final Pasajero de otoño, dividido en nueve partes —tal vez
el más conmovedor de todo el poemario— Yusta se embarca en un tren que
“pudiera ser mi último transporte”, munido de un billete que debe llevarlo “a
paisajes luminosos”. Lo hace sintiendo que “se hace largo ya el viaje/ lleno de
noches largas y silentes/ que asfixian soledades presentidas”. En ese último viaje
las “manos” se duermen para ser “raíces que buscan la fusión/ con la cálida
tierra y convertirse/ en flores con el riego de unas lágrimas”. Son “días de negra
incertidumbre/ cuando el viaje se acerca a su final”.
Son momentos en que recuerda la “música de Verdi y de Puccini”, el sol de
Grecia y Roma. Se dice entonces, a modo de propósito, “Cuando parta, no miraré
hacia atrás”. Tras la lectura de Pasajero de otoño estamos seguros de
que Miguel Ángel Yusta cumplirá su palabra.
FERNANDO AÍNSA
Zaragoza, octubre 2017
sábado, 28 de noviembre de 2020
jueves, 26 de noviembre de 2020
Andalán
La Revista ANDALÁN
que dirige Eloy Fernández Clemente.
Da cuenta y comenta mis dos últimos libros:
"Reflejos en un espejo roto"
http://www.andalan.es/?p=15356
http://www.andalan.es/?p=16043
martes, 24 de noviembre de 2020
Reoportaje sobre "La copla" en Heraldo de Aragón.
El escritor y periodista Antón Castro, publica un reportaje sobre "La copla, emoción y poema" en Heraldo de Aragón. Pinchad el enlace.
miércoles, 11 de noviembre de 2020
Café Poliveau
M. Husson en el Café Poliveau
Monsieur Husson era un comunista de la vieja escuela.
Llevaba grandes bigotes y una desgastada gorra de visera,
viejo y encorvado, tenía una voz recia como torrente de piedras.
"Ah, monsieur, vous savez?" era el principio de una larga conversación.
Había sido perseguido por los nazis y cazado como un conejo
pero sobrevivió en aquel París en blanco y negro.
Y ahora languidecía en una chambre sin váter ni cocina,
sólo un pequeño hornillo de gas
y los recuerdos.
Y era feliz.
Monsieur Husson hablaba horas y horas de la democracia,
de los republicanos españoles que liberaron París.
"¡Ah, aquellos valientes antifascistas!"
Yo tenía escasamente dieciocho años
—tal vez dieciséis —
y le escuchaba sin pestañear.
Fumaba en pipa Monsieur Husson
y el olor peculiar de su tabaco
siempre ha permanecido en mi recuerdo.
París, años sesenta del siglo XX, ciudad luminosa y libre.
La dolce vita, Brigitte Bardot...mis tardes eran eternas en los cines de barrio.
Y allí sentaba las bases de mi libertad,
de mi pequeña libertad descubierta en un seno de mujer,
en el beso de una pareja en el metro,
en el humo de la pipa de Monsieur Husson.
Al volver, España permanecía en silencio.
Yo permanecía en silencio...
Miguel Ángel Yusta. Pasajero de otoño. Huerga y Fierro. 2018.
(Foto: (c) Mayusta)
domingo, 1 de noviembre de 2020
jueves, 29 de octubre de 2020
Un poema de "Ayer fue sombra"
lunes, 26 de octubre de 2020
sábado, 24 de octubre de 2020
Anunciación.
Anunciación
Tu voz cálida cura soledades
en el quieto silencio de la noche.
Tu apacible presencia
es mar tranquilo que mece mi barca.
El jardín de tu pecho
término acogedor de mi camino.
He llegado a ti al fin…
M.A.Yusta. Senderos de amor y olvido.2008.
La copla. Oniniones.
miércoles, 21 de octubre de 2020
La Copla. Emoción y poema
Lastura-Juglar 2020.
Pedidos sin gastos de envío
http://lastura.es/?product=la-copla-emocion-y-poema
https://editorialjuglar.com/producto/la-copla-emocion-y-poema/
Y también:
https://publicacionesdesocios.acescritores.com/publicacion_socio/la-copla-emocion-y-poema/
jueves, 8 de octubre de 2020
Valentín Martín y "La copla".
El escritor y periodista Valentín Martín publica este artículo- entrevista en el Diario de Salamanca
Pinchad el enlace.
domingo, 4 de octubre de 2020
Manuel López Azorín, reseña "La copla. Emoción y poema"
Un espléndido y extenso texto de Manuel López Azorín, escritor y crítico.
(Debido a la especial estructura del texto, con abundantes ilustraciones, no se puede trasladar aquí: pinchando el enlace se accede al texto original).
jueves, 24 de septiembre de 2020
En recuerdo de Fernando Sabido.
Un gran recuerdo para Fernando Sabido, (1950-2017) que en su ingente Antología de poetas del mundo, recogió parte de mi obra hasta 2010.
viernes, 4 de septiembre de 2020
Una reseña de...2008
jueves, 20 de agosto de 2020
La Copla. Opiniones
Valentín Martín, periodista, escritor y poeta, valora con estas palabras el libro "La copla":
"Un libro imprescindible. Todos los demás pueden ser necesarios, pero este sirve para olvidar el olvido. La copla, como el romance, la soleá, la seguidilla, son el esplendor de la lírica popular de nuestro idioma que no matará nunca el hayku"
Muchas gracias.
domingo, 16 de agosto de 2020
lunes, 27 de julio de 2020
Presentación de La copla en Expoesía 2020. Soria.
Una nueva publicación de Miguel Ángel Yusta, sobre un tema en el que lleva trabajando media vida. La presentará en Soria, de la que es un asiduo participante con sus libros de poesía". (Antón Castro)
martes, 30 de junio de 2020
viernes, 5 de junio de 2020
"La copla, emoción y poema". Ya a la venta.
Ya a la venta en:
http://lastura.es/?product=la-copla-emocion-y-poema
https://editorialjuglar.com/producto/la-copla-emocion-y-poema/?fbclid=IwAR3HIh73DJ-ckSRV9pWOeuAU6EY-LZ-60k87h4Ar6pvi_E2TyIbmOw3LBi0
martes, 2 de junio de 2020
Entrevista en "Viajar por Aragón"
https://www.viajarporaragon.com/confin_arte-miguel-angel-yusta/?fbclid=IwAR3PKnfgGpY30j-5fzGX9_4X1EqVr0fWQO6qdbkY3VFeaxovwxun3ASgogo
sábado, 30 de mayo de 2020
Manuel Rico, comenta "Reflejos en un espejo roto"
"Emocionado y sumergido en la lectura de los poemas de este espléndido libro de Miguel Ángel Yusta. Tiempo de melancolías, de memoria, de tiempos abolidos pero no muertos... Mi enhorabuena a Miguel Ángel. Un poeta con mayúscula."
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