Eras dulce, Mery, morena y suave.
En el mar nos besamos, casi niños,
y unimos nuestras manos bajo el agua.
Nació un amor adolescente y puro
bajo el marino sol de L’Estartit.
Tus ojos eran de noche sin luna,
cabello liso, largo
y yo era un crío rubio y delgaducho.
Recorrimos la calle de Santa Ana
(aquella Fonda Típica de Jordi
donde fui tan feliz).
Bailamos inocentes
ritmos de moda en El Galeón.
Y nos bebimos la felicidad
en días que al final se agostaron en el tiempo.
Después vinieron cartas amorosas
con la clave “te quiero” en uve doble
como hermosa paloma mensajera
de un amor imposible.
Pasó el verano pronto y nuestras vidas
caminaron sin converger ya nunca.
Yo volví años después, solo la lluvia
me recibió y no pude
buscar en los recuerdos.
Pero siempre estarás, querida Mery,
en un lugar hermoso de mis mares.
(c) Mayusta 2010
3 comentarios:
Recuerdos imperecederos.
Un placer evocarlos.
Abrazos.
Precioso poema, siempre esos recuerdos es mejor dejarlos ahí, en recuerdos, tal vez reales, tal vez soñados, tal vez idealizados, pero siempre dulces y bellos recuerdos.
Muchos besos, poeta.
¿Por qué será que los veranos resultan siempre más cortos que el invierno?
Un placer leer tus versos en este verano tan intenso.
Un beso
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